La salida

Publicado 6 jul. 2023 El tiempo de lectura 5 minutos
 La salida
© Foto: PIN Archive

Es La Habana, tres de febrero de 2023. A las 3 y 34 de la madrugada cierro la reja que da entrada al portal de la casa, unos segundos antes hice lo mismo con la puerta principal. En la acera, ya en disposición de partir, Amarilis, mi esposa, y Dana, la mascota. Ella es mucho más que eso, es familia, y la familia, cuando es posible, no se deja atrás aunque tenga cuatro patas.

Para la despedida han madrugado Rodolfo y Cary, nuestros vecinos más cercanos, tambien Leyanis y Guillermo, los padres de nuestra ahijada Alicia, tiene sólo cinco años, su mamá dice quiso de todas formas estar en nuestra despedida. Su presencia, su abrazo y su beso son un gran homenaje.

Tras los momentos de intercambio de afectos subimos al viejo pontiac de 1956 del hijo de Rodolfo. Nos dirigirnos a la terminal tres del aeropuerto José Martí. Llegamos, son más de las cuatro.

A esta hora hay pocos futuros viajeros. Es necesario acomodarse. Sin dificultad ocupamos espacios en uno de los asientos de plazas multiples, Dana a nuestro lado dentro de su huacal, hay que esperar comience el chequeo y entrega de equipajes y, en nuestro caso, que un veterinario revise los documentos entregados por el Instituto de Veterinaria dando fé de la buena salud de Dana y autorizando su salida del país.

Ahora un soñoliento hombre se situó a nuestra derecha y a uno cinco metros de donde nos encontrabamos, al parecer no podía observarnos bien de donde se encontraba y se cambió para nuestra izquierda manteniendo, más o menos, la misma distancia.

Ha llegado a la escena “Jhonatan”, el oficial de la Policía Política que nos “atiende”. Jhonotan forma parte del Grupo de Enfrentamiento a la Prensa, adcrito al Departamento 21 de la Seguridad del Estado. Este joven oficial es el último que nos asignaron. Entre los más cercanos en la lista están, Luisito, Elizabeth, Osvaldo y Arturo que, según lo apreciado, es el jefe inmediato de los otros mencionados.Todos son alias.

En realidad la lista de los oficiales de la Policía Política con los que he tenido que lidiar, y ellos conmigo, es larga, imposible recordar tantos falsos nombres, tampoco recuerdo la cantidad de veces que he sido sometido a interrogatorio, si recuerdo las veces que he estado bajo arresto, todos arbitrarios.

Jhonatan justifica su presencia asegurando está aquí para resolver cualquier dificultad que pudiera surgir debido a que estuvimos cuatro años”¨regulados” (prohibición de salida del país). A los efectos salió en busca del veterinario, este se presentó aun medio dormido y con cara de preocupación, imagino es porque la Seguridad del Estado fue quien lo sacó del lecho. El trabajo del veterinario es breve. Mira los documentos de Dana, los firma otorgando el visto bueno para su salida, cobra los 340 pesos establecidos en la tarifa oficial para estos casos tanto en el aeropuerto como en el Instituto.

Son más de las cinco, tras la revisión de los documentos de viaje, estamo entregando el equipaje, dos maletas. Nos dan nuestros boletos para a bordar.

Ahora son las seis, estamos al paso previo de la última revision, de aquí a la sala de abordaje.

Entregamos los pasaportes, en distintas ventanillas. Las funcionarias de inmigración verifican nuestros datos en sus ordenadores, la reacción es decirnos retrocedamos unos pasos, hacia el lugar donde se indica, en el piso, esperar ser llamado.

Llaman a otra funcionaria, esta recoge nuestros pasaportes, se dirige a una puerta situada a nuestra izquierda y a unos diez metros de donde estamos. La funcionaria entra al cúbículo al que da acceso la mencionada puerta; sale de ahí una oficial uniformada del Ministerio del Interior, pasa a nuestro lado un tanto apurada. Se acerca la funcionaria a la que le entregaron los pasaportes, a pasos de nosotros señala la conocida puerta, dice vayamos hacia allí. Resultó ser una pequeña oficina.

Antes de entrar vemos a poco metros, al hombre que había estado observandonos tras nuestras llegada al aeropuerto y a otro más. En la pequeña oficina están otros dos oficiales, Jhonatan y otro al que nunca he visto antes. Quien eres, le pregunto, dice lo conozco, pero que evidentemente no lo recuerdo.

Este, que parece el jefe del grupo, asegura están aquí para desearnos buen viaje y para decirnos no hay ningún impedimento a nuestra salida del país. Les digo recordaran Cuba es nuestro país y voy a regresar cuando estime conveniente. El joven Jhonatan´responde afirmando que si en el exterior me uno a una organización contrarrevolucionaria no me dejarán volver a entrar a Cuba.

No le otorgo méritos a esa amenaza, la Policía Política me ha amenazado de muchas formas, incluso con un “ le vamos aarrancar la cabeza”, pero, gracias a Dios, aun mantengo la cabeza sobre mis hombros.

Termina el breve intercambio, nos reintegran los pasaportes, y pasamos, sin más contratiempos; después de la obligada revisión de nuestro equipaje de manos, a la sala de pre abordaje.

Son unos minutos pasados las siete y estamos abordando un avión de Copa Airlines con destino a Panamá, ha donde debemos llegar sobre de las diez y treinta. Unas dos horas después subiremos a bordo de otra aeronave de Copa rumbo a Managua, De ahí, cumpliendo con el itinerario, cruzaremos, mañana sábado, la frontera hacia Costa Rica. Pero eso, será otra historia.

Y Dana? Dana estuvo durmiendo prácticamente todo el viaje. En más de una ocasión miramos dentro de su huacal y estaba dormida con las patas hacia arriba. Su tranquilidad me pareció un buen presagio.

Autor: José Antonio Fornaris para Eye on Cuba

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