Rafael Saumell, un buen cubano
Publicado 5 ene. 2024 El tiempo de lectura 4 minutosEl Comité Cubano Pro Derechos Humanos se creó en 1976, dentro de la cárcel Combinado del Este, en La Habana. El Comité fue el primer diseño de organización pacífica para reclamar derechos tras la implantación del comunismo en la Isla e indicó la senda para otros varios grupos de corte civilista en Cuba. Su paternidad pertenece a Ricardo Bofill Pagés.
Bofill fue condenado por su participación en la llamada Micro Facción, un gupo cuya figura principal era Anibal Escalante, alguien de primera línea en el Partido Socialista Popular, comunista, y quien era catalogado, por algunos entendidos en política, como el hombre de Moscú en Cuba.
Entre los integrantes de ese flamante Comité, organización que para esos tiempos podía, entre varios calificativos, recibir el de insólito, estaba, como uno de los reclusos, Rafael Saumell.
Saumell, fue condenado a cinco años de cárcel (1981-86) por Propaganda Enemiga, laboró en el Instituto Cubano de Radio y Televisión (ICRT) como director y guionista de programas de televisión y radio.
Aunque ambos, él y yo trabajabamos en la misma entidad, no nos conocimos en esa época en el ICRT.
En los primeros meses de 1988, tras mucho indagar por la dirección personal de algún integrante del Comité Cubano Pro Derechos Humanos (en esos tiempos prácticamente nadie sabía donde vivian sus miembros), un amigo común, locutor de la radio, me facilitó la dirección de Saumell, Calle 124 casi esquina avenida 51, municipio Marianao.
De la conversación que tuvimos salió mi incorporación al Comité; faltaba, al parecer como cuestión formal, conocer personalmente a Bofill. Así que me dió cita para el mes siguiente, una mañana de domingo, en la Iglesia La Caridad, en el municipio Centro Habana.
Llegué antes que él, me acomodé en unos de los primeros bancos, cerca del altar, tres o cuatro bancos detrás, en la misma fila, vi a Bofill. Lo había visto en la televisión y en los medios escritos, eso gracias a una desenfrenada campaña de difamación que el regimen había emprendido en su contra y en la que le otorgó el sobre nombre de “El Fullero”.
Unos minutos después llegó Saumell, se sentó al lado de Bofill, yo seguí atento al desarrollo de la misa. Cuando volví a tratar de ubicarlos con la vista, ninguno de los dos estaban ya en el templo.
Fue necesario coordinar otro encuentro, pero en esa segunda ocasión la Policía Política, que tenía tomado el perímetro exterior de la iglesia, no me permitió entrar a esa casa de Dios.
Pocos días después Bofill partió hacia el exilio, primero viajó a Alemanía, en ese entonces aún existía el muró de Berlín, y de ahí a Estados Unidos donde murió, un tanto olvidado, el 13 de julio de 2019.
Unos meses después, en el propio 1988, Saumell también viajó a Estado Unidos en calidad de exiliado. Dos o tres días antes de su salida de Cuba, fué a mi casa, a despedirse y a darme algunas sugerencías de trabajo. No tenía un cinto (faja, cinturón) apropiado para el viaje, le di el mio que estaba un poco más presentable.
El detalle lo menciono porque siempre los voceros del régimen han dicho, y en algún momento se lo hicieron creer a más de uno, que los integrantes del Comité Cubano Pro Derechos Humanos recibían cuiantioso estipendio de Estado Unidos, y la realidad es que era difícil conseguir lo necesario para poder llevar a la mesa familiar un plato de comida.
Durante su larga estadía en Estadod Unidos, Saumell publicó varios libros, fue profesor universitario durante años y logró convertirse en doctor en literatura en lengua española.
Este amigo murió, tras una penosa enfermedad, este viernes 30 de junio, en su casa en Texas. Él es uno más de los buenos cubanos que han emprendido su viaje definitivo sin poder ver el triunfo de la democracia en la Isla. Es uno más de los que no pudo despedirse de las playas del exilio que, en palabras de José Martí, “sólo son bellas cuando se les dice adios”.